Peter, que había sido espectador de todos los cambios de ánimo que se habían reflejado en su rostro, usó la estrategia más adecuada.
-¿Puedo entonces confirmarle que iremos a las ocho?
Anne asintió.
-Es muy amable por su parte. De verdad que le agradezco el gesto
Peter se podía permitir el lujo de ser generoso, una vez que había obtenido lo que quería.
-Lo sé, Anne. Sencillamente te he sorprendido con la invitación. No te lo esperabas. Mi madre estará encantada de recibirte- dijo él.
Ahora iremos a casa a vestirnos.
El la tomó del brazo inesperadamente y ella sintió que, de pronto, olvidaba cómo poner un pie detrás del siguiente
Pero el pánico momentáneo dio lugar a un placer único: el de tener a Peter caminando a su lado
Se preguntó qué diría él si ella le confesara que era la primera vez que paseaba del brazo de un hombre en una cálida tarde de verano. Probablemente se reiría de ella. O le lanzaría una de esas miradas cortantes que utilizaba en los negocios.
David Kirby también solí