capitulo 2.1

Bajamos las escaleras, y pasamos por la cafetería, donde el amargo aroma a café y pan fresco me envolvió, y por un momento, me olvidé de mi malestar. El aroma reconfortante me transportó a un lugar más agradable, lejos de la ansiedad y el estrés que me habían estado acompañando o solo era el efecto de la cafeína.

Caminamos en silencio durante un rato, hasta que llegamos a la estación de enfermería. Giramos a la derecha y pasamos por una puerta de doble hoja que se abría hacia dentro. Pude ver desde unos metros antes, la isla donde se coordinaban las enfermeras, con sus computadoras y papeles esparcidos por todas partes.

El área estaba iluminada por luces fluorescentes que zumbaban suavemente, y el suelo de baldosas blancas brillaba con un brillo desinfectado. Más olor a café y a desinfectante llenaba el aire, y el sonido de las máquinas y de las voces de las enfermeras creaba un ambiente de actividad y de energía.

energía que hoy yo no tenía.

—¿Dónde crees que esté?— pregunté a Bri, mientras mirábamos alrededor de la estación de enfermería, buscando algún rastro de Julia. Bri se encogió de hombros. —No lo sé, tendremos que esperar— dijo, sonriendo débilmente.

Coloqué mis manos sobre el mueble de madera oscura, frotando una mano con la otra en un gesto nerviosismo compulsivo.

—¡No te atrevas a mirar!— me advirtió Bri, con una mirada furtiva hacia lo que tenía detrás de mí. —¿Qué ocurre?— le pregunté, al momento mi cuerpo comenzó a girar instintivamente hacia la advertencia.

—El doctor Carson te está observando— susurró en mi oído, con un tono bao y una nota de advertencia.

Miré disimuladamente, poniendo mis ojos en su figura. Él estaba ahí, con su hombro apoyado contra la pared y sus manos hundidas en el bolsillo de su pantalón, bajo la bata blanca que parecía brillar en la lámpara.

Su expresión era la habitual, deslumbrante a pesar de las horas nocturnas de trabajo, pero cuando se dio cuenta de que lo miraba, su rostro cambió y me dedicó una sonrisa enigmática, acompañada de un gesto de su cabeza.

—Ese hombre te está devorando con la mirada— chilló Bri, con una emoción que rayaba en la exaltación.

—¿Así como tú a él?— alcé una ceja, mirándola de arriba a abajo con una sonrisa irónica. —Vamos, el doctor Carson se caracteriza por ser muy estricto y tener esa expresión de superioridad siempre— argumentó ella, —pero... esa mirada. Esa mirada, Nina, yo la conozco y es de un hombre que se muere por una mujer.

—No digas disparates, Briana— le dije, intentando que dejara de divagar. En un abrir y cerrar de ojos, el doctor Carson estaba a mi lado izquierdo, con su brazo extendido sobre el mueble, muy cerca de las mías, que dejaron ese tic tan malo que siempre tenía para poder calmarlas.

—Señoritas —dijo con una sonrisa amable. En ese momento, Julia llegó al lugar y se sorprendió al ver al doctor Carson.

—Ah, doctor Carson... —exclamó.

—¿Ya tiene el reemplazo de Janet? —preguntó el doctor Carson, su rostro serio.

Julia se volvió hacia mí.

—Nina, tú serás el reemplazo de Janet por el momento. Trabajarás con el doctor Carson — Me miró con una ceja alzada, esperando una respuesta.

—¿Es que acaso no quieres? —preguntó Julia con una mirada severa. Me sentí incómoda bajo su mirada. —No tienes opción —dijo Julia con firmeza—. Ya está decidido.

Suspiré para mí misma. "Que fastidió", pensé.

Bri me miraba con una sonrisa de complicidad, como si supiera un secreto que nadie más sabía. Ella estaba segura de que el doctor Carson sentía algo por mí, y su sonrisa parecía decir: "Esto es solo el comienzo". Puede que ella tenga razón, pensé. Al igual que ella, el doctor Carson siempre se ha comportado amable hacia mí, a diferencia de otras enfermeras. Pero me niego a creer que así sea. Son simples ideas de ella, me dije a mí misma.

El solo era así por mis deficientes actitudes como una buena enfermera.

Además, las relaciones entre compañeros no estaban prohibidas. Pero yo era una “simple enfermera" y él ya era todo un "doctor", y eso sí estaba vetado, al menos para mí. La diferencia de jerarquía y experiencia era demasiado grande, y yo no quería complicarme las cosas.

El doctor Carson me miró y sonrió de nuevo, pero esta vez su sonrisa parecía diferente, más intensa, y me hizo sentir un escalofrío.

Estábamos a punto de irnos el doctor Carso y yo, pero Julia me llamó de nuevo con una voz llena de apremio, como si se le estuviera escapando algo importante.

—¡Nina! —pronunció Julia casi en un grito, su rostro reflejando una expresión de “casi me olvido".

Me acerqué a ella, sintiendo una sensación de curiosidad que me picaba la piel como un hormigueo. ¿Ahora que quería?.

—Esto es para ti —me dijo Julia, extendiendo su mano y entregándome un minúsculo sobre.

Me quedé perpleja, mi mirada saltando de la carta a Julia y viceversa como un péndulo. ¿Una carta? ¿De quién? No había ningun nombre en el sobre. Me sentí un poco desconcertada, pero también intrigada como un gato que huele un ratón.

Abrí el sobre y saqué una nota. Mi mirada se detuvo en la primera palabra escrita en la página, y mi corazón se detuvo como un reloj que se ha quedado sin cuerda.

"RATONCITA".

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