Capitulo 4
Calígine
*Nina*
El azote de la puerta resonó detrás de mí, donde un alivio tangible recorrió mi cuerpo por ese sonido, esa carga pesada que durante todo el trayecto me estuvo agobiando cayó lentamente de mis hombros. La sensación de seguridad y tranquilidad que me proporcionaba mi “hogar” o el intento de ello, se podría decir que era como un abrazo cálido que me envolvía, aunque no recuerdo muy bien como realmente se sentía. Mi corazón, que había latido con ansiedad durante el camino, comenzó a calmarse, y mis pulmones, que habían estado conteniendo la respiración, se expandían lentamente, exhalando el aire contenido durante el trayecto a casa.
Me recliné en la puerta, permitiendo que mi cuerpo se relajara completamente. La madera fría de la puerta se sentía reconfortante contra mi espalda. Cerré los ojos, sintiendo la suavidad de mis pestañas sobre mis mejillas. La quietud del apartamento, interrumpida solo por el silencioso susurro de las gotas que caían fuera del depar