Estaba viendo a Aaron conectado a aquellas máquinas que le estaban dejando vivir y no podía creérmelo, él no podía dejarme sola, no podía ser y no se lo iba a consentir porque lo necesitaba para vivir yo. Mi nona me acercó con la silla de ruedas hasta la cabecera de su cama, apoyándome como pude me levanté de la silla y aunque tenía dolor por todo mi cuerpo, acerque mis labios a los labios del hombre que amaba, besándole y pensando que con aquel beso Aaron despertaria, pero la impotencia que yo sentía por no poder hacer nada por él y las lágrimas que caían por mis mejillas, me dejaron mucho más hundida de lo que ya estaba.
— Alice, vamos a tu habitación, aquí ya no puedes hacer nada mi cielo — me dijo mi nona
— No me dejes amor mío, lucha porfavor, por mi y por nosotros, note rindas amor mio, lucha Aaron por los dos, por favor — le hable con la voz ahogada esperando que me escuchase, volví a besar sus lindos labios, sentandome después en la silla de ruedas.
Cuando ya nos marchabamo