CAPÍTULO 47. Una sesión de autoflagelación
CAPÍTULO 47. Una sesión de autoflagelación
Henry no abrió el menú de inmediato. Tenía las manos apoyadas sobre la mesa como si le pesaran más de lo normal mientras procesaba cada palabra de Rebecca. En su diario había escrito que los últimos quince millones de su fortuna personal los había gastado en el producto que tenía en el almacén, así que aquel sitio debía pertenecerle desde mucho antes.
El restaurante era imponente, como ella, y él se sentía como si estuviera en un lugar equivocado, fuera de contexto en un escenario que claramente estaba hecho para ella.
Tomó aire, miró el menú por encima, pero no consiguió concentrarse. Las letras se le mezclaban, como si de pronto no supiera leer. Se sentía torpe y frustrado y sabía que todo era su culpa.
—No sé qué te gusta de todo esto… —murmuró al fin, sin levantar demasiado la voz—. No sé qué te gusta… supongo que jamás tuvimos tiempo de convivir, de conocernos de verdad…
Pero Rebecca lo interrumpió con un gesto seco de la mano, como si q