Habían pasado dos semanas. Dos semanas de una calma feliz, de una rutina que se sentía todo menos rutinaria. La relación de Isabel y Jared se había asentado en una complicidad fácil, un tejido de mensajes a deshoras, cenas tranquilas y la certeza de que habían encontrado algo sólido.
Esa noche, Isabel estaba sola en casa. Jared tenía una cena de trabajo. Ella disfrutaba de esos momentos de soledad, que ya no se sentían como un vacío, sino como un espacio propio y confortable. Estaba en el sofá, con una copa de vino y un libro, cuando su teléfono vibró sobre el cojín a su lado.
Era una notificación del chat grupal, "Las Jefas". Sonrió y abrió el mensaje.
Daniela: ¡¡¡CHICAS!!! ¡Notición! Para celebrar mis 40 como se debe, Ricardo y yo vamos a hacer una gran fiesta de blanco en el club de yates en dos semanas. ¡Quiero que estén todas! ¡Y traigan a sus parejas, que quiero conocer a los nuevos y brindar con los de siempre!
Isabel leyó el mensaje y la copa de vino se detuvo a medio camino de