La semana después de la llamada de Eleonora transcurrió en una calma tensa. Sofía se movía por la casa con una amabilidad estudiada, e Isabel y Jared la trataban con una cortesía vigilante. Eran tres personas compartiendo un espacio y un secreto, fingiendo una normalidad que ninguno sentía.
El sábado por la noche, necesitaban un respiro. Isabel había quedado en cenar de forma informal en casa de Daniela y Ricardo, y después de una breve deliberación, decidieron que Jared la acompañaría.
—¿Estás seguro? —le preguntó Isabel mientras se preparaban—. Sabes que te someterán a un interrogatorio.
—Estoy deseando enfrentarme al famoso "nido de víboras" —respondió él con una sonrisa—. Además, ya soy un experto en superar interrogatorios hostiles.
La casa de Daniela y Ricardo era un hervidero de energía cálida y familiar. El olor a comida casera flotaba en el aire, mezclado con las risas de sus amigas, que ya estaban reunidas en la terraza con copas de vino. Al verlos llegar de la mano, se hizo