394. EL EXTRAÑO DARIEN
CLARIS:
Me desperté por una voz insistente en la cabeza que me llamaba. Miré fuera de la cabaña donde dormíamos mamá, Clara y yo, solo para ver a un enorme lobo negro que me observaba con sus ojos dorados. Para mi sorpresa, no me asusté al ver cómo se echaba sin dejar de mirarme. Salí despacio y caminé hacia él, mientras daba algunos pasos hacia el interior de la cueva iluminada con luciérnagas. La voz en mi cabeza me decía que debía seguirlo. Lo hice, hasta llegar al enorme lago interior de la caverna, lejos de todos.
Era realmente hermoso; la luna llena se reflejaba por una abertura en el techo, en el centro, rodeada de estrellas. Parecía que el cielo estaba allí, en esa oscura caverna.
El lobo se detuvo junto a la orilla del lago y me observó con intensidad; sus ojos dorados parecían tratar de leer todos mis secretos. La voz en mi cabeza volvió, clara y fuerte:
"Claris, todo comienza aquí."
No entendía del todo, pero sentía una extraña calma. Alargué la mano hacia el lobo