KIERAN:
La furia vibraba en mi interior, queriendo desatarse. El rugido de Atka resonaba en mi mente, exigiendo respuestas inmediatas y justicia por las mentiras que se atrevían a lanzar frente a nosotros. Clavé mis ojos dorados en Aleh, sabiendo que aquello era apenas el inicio de todo de nuevo. Ignoré el miedo y la pregunta de Elena, que se había quedado observándonos a todos, pegada a Rafe.
—¿Prometida? —repetí de manera fría, aunque el peligro estaba latente en mi forma de hablar—. Claris no es parte de tus juegos, Aleh. Y menos será moneda de cambio para un trato absurdo. Sé lo que estás tramando y ya dije que no. El Alfa Aleh frunció el ceño, habiendo sido testigo del cambio de mi aura. Su posición como alfa no era suficiente para intimidarme, y ambos lo sabíamos. Pero su hijo, Vorn, tuvo la osadía de hablar nuevamente