CLARIS:
Estaba paralizada ante todo lo que sucedía; mi jefe prácticamente me había obligado a ser su prometida ante todos. Aunque yo lo había provocado con mi error y había aceptado serlo falsamente, no era justo que me lo impusiera. Pero al ver al doctor de mi hermana acercarse, me alegré ante la posibilidad de saber de ella. Sin embargo, su mirada era extraña, dirigida a Kieran, quien inmediatamente me colocó detrás de él.
—Gael, cualquiera que sea lo que te tiene así, no es el momento de hablar —dijo con voz tensa. —¿Cuándo me lo ibas a decir? —preguntó furioso. Pero justo antes de que Gael continuara gritando, escuché un gruñido de un lobo. Era gutural, y podía jurar que salió del pecho de mi jefe. Di un paso hacia atrás mirándolo con incredulidad. Luego giré la