CLARIS:
El alboroto de los niños me hizo salir corriendo de mi habitación solo para ver a Clara y Elena subiendo detrás de ellos con bebés en brazos. Respiré aliviada al verlas y, en un impulso, las alcancé y las abracé con fuerza.
—Clara, qué susto me diste. ¿Dónde te metiste? —pregunté enseguida, tomando al bebé que llevaba en sus brazos.—Se quedaron encerrados en el sótano de su casa —respondió Elena—. ¿Lo puedes creer? Estuve allí y no se me ocurrió bajar a ver si estaban. Gracias a Dios no fue nada grave. Y tú, Clara, no olvides llevar tu teléfono contigo, te lo he dicho tantas veces.—Sí, mamá —dijo Clara con burla—. Tenemos hambre, Claris. ¿Habrá comida?—Por supuesto, vamos a la cocina. Tengo que contarles algo extraño que me pas