CLARIS:
El alboroto de los niños me hizo salir corriendo de mi habitación solo para ver a Clara y Elena subiendo detrás de ellos con bebés en brazos. Respiré aliviada al verlas y, en un impulso, las alcancé y las abracé con fuerza.
—Clara, qué susto me diste. ¿Dónde te metiste? —pregunté enseguida, tomando al bebé que llevaba en sus brazos.—Se quedaron encerrados en el sótano de su casa —respondió Elena—. ¿Lo puedes creer? Estuve allí y no se me ocurrió bajar a ver si estaban. Gracias a Dios no fue nada grave. Y tú, Clara, no olvides llevar tu teléfono contigo, te lo he dicho tantas veces.—Sí, mamá —dijo Clara con burla—. Tenemos hambre, Claris. ¿Habrá comida?—Por supuesto, vamos a la cocina. Tengo que contarles algo extraño que me pasKIERAN:Tomé al cachorro, percibiendo lo que le sucedía, y lo coloqué en mi pecho para que Atka se hiciera cargo de él. Solo necesitaba pasarle un poco de energía vital. Mientras me sentaba a analizar lo que debíamos hacer ante la situación en la manada, los brujos llegaron con sus rostros alargados, acompañados por los antiguos; la situación era muy seria.—¿Qué sugieren que hagamos? ¿Pueden limpiar la manada de todos los hechizos? —pregunté de inmediato.—No, lo hemos intentado —respondió Micac, el brujo mayor—. Es más poderoso de lo que conocemos. Diría que hay un poder demasiado malvado involucrado.—¿Qué tipo de poder? —pregunté, sintiendo cómo el cachorro absorbía mi energía vital mientras Atka lo cuidaba.—Es antiguo, mi Alfa. Más antiguo que n
CLARIS:Miré a Kieran, que me observaba como si no me conociera. Había sospecha en su mirada; entendía que era un choque para todos a nuestro alrededor saber que nos perseguía un espectro del cual no teníamos idea de qué era. Sentía el peso de sus ojos, inquisitivos y recelosos, como si trataran de desentrañar secretos que ni siquiera yo comprendía por completo. Siempre había creído que escapar de Australia nos liberaría de este pavoroso acecho, que el mar entre nosotras y nuestra tierra natal bastaría para romper cualquier vínculo oscuro que nos sujetara a ese lugar. Sin embargo, estaba claro que nos habíamos equivocado.—Kieran —comencé, buscando un destello de comprensión—, no queríamos traer problemas. Solo queríamos vivir en paz.Él asintió lentamente, como si en mis palabras hubiera encontrado un e
GAEL:Yo era el doctor de la manada, un omega que resultó ser la pareja destinada de la alfa poderosa llamada Sarah, eternamente enamorada de mi único primo. La miraba, atónito, en el consultorio, sin poder creer lo que me pedía, esperando que, como siempre, cediera por el miedo al rechazo.—Tienes que embarazar a esa humana que le gusta a tu primo con los embriones míos y de él —decía, como si fuera algo sencillo—. Para eso te ayudé a que te mandaran a estudiar lo de las inseminaciones de humanos y te compré todo el equipo necesario.—Kieran nunca me dará su esperma para eso —contesté de inmediato, sin querer engañar a mi primo—. Ya se lo he pedido muchas veces y se niega. Además, esa humana es abogada, nada tonta.El consultorio parecía cerrarse sobre nosotros, llenándome de una sensación claustrofóbica, co
KIERAN:Mis pensamientos estaban en caos mientras observaba a Sarah alejarse con su orgullo herido. Su naturaleza obstinada y peligrosa era preocupante, no solo para Gael, sino para toda la manada. Sabía que tendría que ser cauteloso, pero también firme en proteger a mi primo y a mi gente de sus intrigas. Después de hacer el amor con Claris hasta el cansancio, ella se había dormido, pero yo no podía. Por eso me dediqué a recorrer la manada, asegurándome de que todos estuvieran obedeciendo mis órdenes.—Fenris, ¿cuántos has enviado ya para la reserva de la ciudad? —pregunté, viendo cómo acomodaba otra camada de lobos en mi helicóptero. —Este es el cuarto, y con tres más terminamos. Los demás nos iremos en auto, como ordenaste, convertidos en humanos con las abogadas —se detuvo un momento antes de preguntar—: &iques
ALEH:Miraba a mi hija Chandra con incredulidad y furia. Le había ordenado expresamente que no se quedara en la manada de Theron, pero, me había desobedecido. Y ahora, una vez más, el Alfa de Alfas, después de hacerme bajar la cabeza ante él delante de las humanas, había vuelto a desaparecer. —¿Qué quieres decir con que desaparecieron todos? —rugí furioso—. ¿Qué demonios hiciste ayer para que tomara esa drástica medida? —No hice nada, papá. Solo quería ver qué tipo de relación tenía él con la humana Claris —respondió sin sostener mi mirada. La conocía demasiado bien. De mis tres hijos, ella, era la que había heredado toda mi astucia. Pero era muy egoísta y no miraba por el bien de todos, solo por el suyo. Creía que no sabía todo lo que hac&
KIERAN:Salí del consultorio de mi primo, quien ya había comenzado a enviar a los demás trabajadores a cargar todo lo necesario en los camiones. Mientras lo hacía, iba inmerso en mis pensamientos, recordando el pasado-futuro. ¿Acaso las brujas y el terrible Crimsonox habían viajado con nosotros en el tiempo? ¿O habían utilizado los poderes robados a la Loba Lunar Mística para tener visiones de lo que sucedía en este tiempo y, de alguna manera, avisar a sus versiones pasadas?—Mi Alfa —me interrumpió mi gamma, Rafe—. Creo que encontré dónde tienen a los guerreros desaparecidos. —¿Dónde? —gruñí, los músculos tensándose bajo mi piel—. Llévame allá ahora mismo. No dejaré a nadie atrás. La transformación me atravesó como un relámpago. Pel
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h