El Castillo de las Sombras se alzaba imponente en la cima de una montaña escarpada, rodeado de un bosque oscuro y misterioso. Sus muros de piedra negra parecían absorber la luz del sol, creando una atmósfera de melancolía y secretos. Aeric nunca había visto un lugar tan sombrío y desolado, pero sabía que debía entrar. La llave de plata que Elara le había dado brillaba con intensidad en su mano, guiándolo hacia su destino.
Tras despedirse de su abuelo con un abrazo cargado de emociones, Aeric emprendió su viaje hacia el Castillo de las Sombras. Caminó durante días a través de bosques y montañas, superando obstáculos y enfrentando peligros. En su camino, se encontró con animales salvajes, criaturas mágicas y licántropos solitarios, pero ninguno de ellos parecía ser la persona que estaba buscando.
A medida que se acercaba al castillo, Aeric sentía una creciente sensación de inquietud en su corazón. El aire se volvía más pesado, el cielo más oscuro y los susurros del viento parecían advertirle del peligro que le esperaba. Pero Aeric no se dejó intimidar. Sabía que debía seguir adelante, sin importar lo que encontrara.
Finalmente, llegó a las puertas del Castillo de las Sombras. Eran unas puertas de hierro forjado, adornadas con símbolos ancestrales y custodiadas por dos estatuas de lobos negros. Aeric se detuvo frente a las puertas, sintiendo el peso de la historia y el poder de la magia que emanaba del castillo.
Respiró hondo y extendió su mano hacia las puertas. En ese momento, sintió una presencia detrás de él. Se giró rápidamente, preparado para defenderse, y se encontró con un joven de aspecto enigmático.
El joven era alto y delgado, con el pelo negro como la noche y los ojos de un color azul intenso. Vestía ropas oscuras y llevaba una espada en la cintura. Aeric sintió una extraña atracción hacia él, pero también una profunda desconfianza.
"¿Quién eres tú?", preguntó Aeric con cautela. "¿Qué haces aquí?"
El joven sonrió con una expresión arrogante. "Mi nombre es Lysander", dijo. "Soy el heredero de la Casa Corvus, y este castillo es mi hogar".
Aeric sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La Casa Corvus era una de las familias más poderosas y temidas del reino, conocida por su crueldad y su ambición. ¿Qué hacía el heredero de la Casa Corvus en el Castillo de las Sombras? ¿Y por qué sentía una conexión tan fuerte con él?
"Soy Aeric", dijo Aeric. "Soy un licántropo Omega, y estoy buscando el secreto del Omega".
Lysander lo miró con curiosidad. "¿El secreto del Omega?", dijo. "Esa es una leyenda antigua. ¿De verdad crees en esas tonterías?"
Aeric asintió con la cabeza. "Creo que hay algo de verdad en la leyenda", dijo. "Y creo que este castillo guarda la clave para descubrir el secreto".
Lysander sonrió con una expresión intrigante. "Tal vez tengas razón", dijo. "Tal vez este castillo guarde secretos que ni siquiera yo conozco. Pero si quieres entrar, tendrás que demostrar que eres digno".
Aeric frunció el ceño. "¿Qué quieres decir?", preguntó.
Lysander sacó su espada y la apuntó hacia Aeric. "Tendrás que luchar contra mí", dijo. "Si me vences, te dejaré entrar al castillo. Pero si pierdes, tendrás que marcharte y nunca más volver".
Aeric miró la espada de Lysander, sintiendo una mezcla de miedo y excitación. Sabía que Lysander era un guerrero hábil y peligroso, pero también sabía que debía aceptar el desafío. Su destino dependía de ello.
"Acepto tu desafío", dijo Aeric con determinación. "Lucharé contra ti, Lysander. Y te demostraré que soy digno de entrar al Castillo de las Sombras".