Las palabras de Elara resonaron en la mente de Aeric como un eco ancestral, despertando una inquietud que nunca antes había sentido. "¿El tiempo se acerca?", se preguntó Aeric, mientras caminaba de regreso al Jardín de las Almas Susurrantes. ¿Qué quería decir su abuelo? ¿Qué significaba esa misteriosa frase?
Elara siempre había sido un hombre enigmático, guardando secretos y hablando en acertijos. Aeric sabía que su abuelo conocía muchas cosas sobre el linaje de los Omegas, sobre los dones de la licantropía y sobre el destino que les aguardaba. Pero Elara nunca había revelado todos sus secretos, prefiriendo dejar que Aeric descubriera la verdad por sí mismo.
Esa noche, Aeric no pudo conciliar el sueño. Se acostó en su cama, pero su mente estaba llena de preguntas y dudas. Miró por la ventana, observando la luna llena que iluminaba el bosque con su luz plateada. La luna siempre había sido un símbolo importante para los licántropos, representando su conexión con la naturaleza y su transformación en lobos.
De repente, Aeric recordó una historia que su abuelo le había contado cuando era niño. Era la historia de la Profecía de las Lunas de Sangre, una antigua leyenda que hablaba de un tiempo de oscuridad y caos, donde los licántropos se enfrentarían a su mayor desafío. Según la profecía, solo un Omega y su alfa verdadero podrían traer equilibrio al mundo y evitar la destrucción.
Aeric siempre había pensado que la profecía era solo un cuento para niños, pero ahora, con las palabras de su abuelo resonando en su mente, comenzó a preguntarse si había algo de verdad en ella. ¿Sería posible que el tiempo de la profecía estuviera cerca? ¿Sería él, como Omega, el encargado de salvar al mundo?
Con el corazón lleno de incertidumbre, Aeric se levantó de la cama y salió al jardín. Caminó entre las plantas, sintiendo su energía vibrar a su alrededor. Necesitaba respuestas, necesitaba saber qué estaba pasando.
De repente, Aeric sintió una presencia detrás de él. Se giró rápidamente, preparado para defenderse, pero se relajó al ver que era su abuelo Elara.
"No puedes dormir, ¿verdad?", dijo Elara con una sonrisa comprensiva.
Aeric negó con la cabeza. "Estoy preocupado, abuelo", dijo. "No entiendo lo que está pasando. ¿Qué querías decir con que el tiempo se acerca?"
Elara suspiró y se acercó a Aeric, poniendo una mano en su hombro. "Aeric", dijo, "ha llegado el momento de que conozcas la verdad. La Profecía de las Lunas de Sangre es real, y el tiempo de oscuridad está cerca".
Aeric sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. "¿Qué debemos hacer, abuelo?", preguntó. "¿Cómo podemos evitar la destrucción?"
Elara lo miró a los ojos, con una expresión seria pero llena de esperanza. "Debes encontrar a tu alfa verdadero, Aeric", dijo. "Solo juntos podrán traer equilibrio al mundo y cumplir con la profecía".
Aeric sintió que su corazón latía con fuerza. ¿Encontrar a su alfa verdadero? ¿Cómo se suponía que iba a hacer eso? Él vivía aislado en el bosque, sin contacto con otros licántropos. ¿Cómo iba a encontrar a la persona destinada a estar a su lado?
"Pero abuelo", dijo Aeric, "yo no conozco a ningún otro licántropo. ¿Cómo voy a encontrar a mi alfa verdadero?"
Elara sonrió y sacó de su bolsillo una pequeña llave de plata. Era la misma llave que Aeric había encontrado en el bosque, la llave que había despertado su curiosidad y lo había llevado a descubrir su destino.
"Esta llave te guiará, Aeric", dijo Elara. "Te llevará al lugar donde encontrarás a tu alfa verdadero y descubrirás el secreto del Omega".
Aeric tomó la llave en sus manos, sintiendo su energía vibrar a su alrededor. Sabía que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. Sabía que debía seguir el camino que la llave le indicaba, sin importar los peligros que pudiera encontrar.
"¿Adónde debo ir, abuelo?", preguntó Aeric. "¿Qué debo hacer?"
Elara lo miró a los ojos, con una expresión llena de amor y confianza. "Debes ir al Castillo de las Sombras, Aeric", dijo. "Allí encontrarás las respuestas que buscas y descubrirás tu verdadero destino".