Capítulo 50.
POV Martina.
La habitación estaba en silencio, pero en mi cabeza seguía oyéndose el murmullo de la ciudad.
Gael se había marchado hacía poco. Su perfume, ese aroma a madera y a calma, todavía flotaba en el aire. Me quedé de pie junto a la ventana, observando cómo las luces de Nueva York parpadeaban bajo un cielo turbio. No sentía alivio, ni tristeza. Solo una certeza. No volvería a huir.
Tomé el teléfono y marqué un número que conozco mejor que mi propio nombre.
—Dante.
Su voz respondió al segundo timbre, firme, sin emociones.
—¿Qué sucede, jefa?
—Lo vi.
Silencio. No necesitaba decir más.
“Lo vi” bastaba. Dante sabía exactamente a quién me refería.
Adrián Palacios. El hombre que me arrancó la inocencia, el sueño, la confianza. El médico que intentó abusar de mí y que luego me culpo, ahora después de todo, siguió su vida como si nada.
Solo pronunciar su nombre en mi mente me provocaba ardor en la piel, como una quemadura que nunca sanó. Mientras Dante desplegaba su red —contactos, rast