LA CHICA DEL LAZO ROJO.
Los pasillos del instituto son largos y fríos, con paredes de un blanco impecable que reflejan la luz de los enormes ventanales del pasillo. Dmitry camina lentamente, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, su mirada totalmente fija en el suelo.
Según su madre, este sería su nuevo colegio, pero a él no le gusta esa idea en lo absoluto. El lugar es grande, elegante, pero también solitario y lúgubre, puede sentir como si un fantasma pudiera aparecer de un momento a otro en cualquier esquina. No es como su antigua escuela, donde siempre había risas y gritos de niños corriendo por los pasillos. Aquí, el silencio pesa demasiado.
Al llegar al final del pasillo, se detiene y se acomoda los lentes con un gesto automático antes de soltar un bufido de aburrimiento. Piensa en regresar por donde vino y quedarse junto a su madre, quien seguramente sigue hablando con los profesores en la dirección. Pero justo cuando está a punto de darse la vuelta, un sonido capta su atención.
Un vio