C86: Te he extrañado tanto...

Azucena se sintió avergonzada y bajó la mirada, sin ser capaz de sostener la de Milord.

—Lo siento, Alfa. Puedo hacerlo mejor.

Milord negó lentamente con la cabeza. Sus facciones no mostraban enojo ni reproche, sino una serenidad que, para ella, resultaba incomprensible.

—No importa —respondió él, cortando de raíz cualquier intento de disculpa.

Sin darle más espacio para hablar, él la hizo recostarse sobre el colchón suavemente, aunque el acto arrastraba la misma autoridad de siempre. Luego se colocó encima de ella, inclinándose hasta rozar sus labios con los suyos.

El beso fue invasivo. Azucena trató de seguirle el ritmo, forzándose a acompasar los movimientos, pero le resultaba imposible. No solo por desconocimiento, sino porque cada roce, cada contacto le revolvía las entrañas. No podía disfrutarlo. Todo en él le resultaba una repulsión que, pese a sus intentos por disimularlo, la mantenía rígida e inmóvil.

Sin embargo, esa noche hubo algo distinto en Milord. La besó primero en los
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