Después de aquel trágico episodio, Milord decidió asignarle un primer elfo encargado de “custodiarla”, para que Azucena ya no perdiera a sus siguientes cachorros, aunque eso evidentemente fue inútil. Tiempo después, ese mismo elfo fue eliminado por los celos extremos y enfermizos de Milord, y Azucena volvió a sufrir otra pérdida devastadora: el cachorro que llevaba en su vientre fue cruelmente asesinado por la ira del Alfa. Milord, convencido de que aquel pequeño era descendiente del elfo, no dudó en golpearla hasta que comenzara a sangrar, arrebatándole la vida del hijo que aún no había nacido.

Tras este acontecimiento, se abrió un periodo breve en el que Azucena quedó sola de nuevo, antes de la llegada de Lorien, el segundo y último elfo destinado a asistirla, quien además había sido castrado. Durante ese tiempo, la loba roja estuvo sumida en una tristeza profunda; la desesperación por tantas pérdidas acumuladas la asfixiaba. Milord había arrebatado cruelmente a sus cachorros en dos