C48: He fallado a mi palabra.
Askeladd avanzó unos pasos y, con brusquedad, tomó a Azucena de la barbilla, obligándola a alzar la cabeza y mirarlo de frente.
—Tú eres mi esclava, loba roja. Llevas la marca en la nuca que lo confirma: estás bajo mi control, bajo mi dominio. Tu deber es obedecer mis órdenes, pero en cambio haces lo que te place. Incluso te atreves a mandar sobre mis criadas, como si tuvieras ese derecho. Dime, ¿qué debería hacer contigo? ¿Por qué crees que puedes desafiarme? ¿Acaso por estar en esta alcoba piensas que tu posición ha cambiado? Quizás debería arrastrarte a la mazmorra y dejarte allí encerrada hasta que logremos arrancarte ese maldito collar. O mejor aún… tal vez ese debería ser tu hogar para siempre, un lugar donde solo saldrías cuando yo lo dispusiera. ¿Eso es lo que quieres? Porque si sigues cruzando mis límites, eso es exactamente lo que obtendrás.
El labio inferior de Azucena comenzó a temblar, y sus ojos se llenaron de lágrimas que pronto rodaron por sus mejillas. Askeladd, al ve