C106: No mires atrás.

Askeladd finalmente abrió sus fauces y dejó caer el cuerpo del Delta. Azhren se desplomó en el suelo como un muñeco roto con las piernas destrozadas, dejando los huesos quebrados de manera tan cruel que sobresalían en ángulos imposibles bajo la piel ensangrentada.

El dolor no cesaba ni un instante; sus gemidos eran continuos, guturales y llenos de agonía. Cada movimiento involuntario lo hacía gritar más, como si el tormento se renovara una y otra vez sin ofrecerle respiro. Su rostro estaba empapado en sudor y lágrimas, con los ojos enrojecidos por la desesperación.

Entre sollozos y chillidos, Azhren levantó el rostro hacia el Askeladd, incapaz de comprender el motivo de su castigo.

—¿P-por qué...? Gran Alfa... ¿por qué...? ¿Qué hice...?

Sus palabras eran torpes, incoherentes, como si de verdad no pudiera entender la magnitud de su falta.

—¿Cómo te atreves...? —cuestionó Askeladd—. ¿Cómo te atreves a poner un dedo sobre lo que me pertenece? Esta loba es de mi propiedad. Ni tú ni nadie
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