Capítulo 22. No quiero quedarme sola
Mientras tanto, Alex condujo a Eve en silencio hasta una de las suites del hotel Blackstone, la más segura de todo el edificio, equipada para situaciones de emergencia como esa.
Eve caminaba junto a él, abrazándose a sí misma, su rostro pálido por el susto que todavía la sacudía.
Sin decir una palabra de más, Alex abrió la puerta y la sujetó con del brazo para guiarla hacia dentro.
Sin embargo, apenas sus dedos rozaron su piel, Eve soltó un pequeño quejido de dolor.
Alex frunció el ceño de inmediato, deteniéndose en seco.
— ¿Te hice daño? —preguntó, su voz grave, más suave que de costumbre.
Eve negó rápidamente, aunque su expresión la traicionó.
Alex no le creyó ni por un segundo.
Con paciencia, pero sin darle oportunidad de escapar, tomó su brazo con ambas manos, con una delicadeza que sorprendió a Eve.
— Déjame ver — ordenó con una voz firme, pero contenida.
Ella dudó, pero al final asintió y dejó que levantara la manga.
El roce de sus dedos le provocó un escalofrío, pero no tanto co