Capítulo 13. Ágata manda a seguir a Sofía
Sofía no se apartó. No podía. Era como si todos los hilos invisibles del pasado la ataran a ese momento.
Las manos de Marcus se deslizaron por sus mejillas, luego por su cuello, y se detuvieron en su cintura. Sofía gimió entre sus labios, una mezcla de nostalgia y deseo. Sus dedos se aferraron a su camisa como si necesitara anclarse a algo. Cada roce, cada caricia, era una explosión que no sabían cómo apagar.
Marcus la levantó suavemente del sofá y sus cuerpos se encontraron de pie, tan cerca que no existía el aire entre ellos. Sus labios se buscaron una y otra vez, desesperados. Se tocaron como si temieran olvidarse de nuevo. Como si el mundo fuera a acabarse esa noche.
Pero entonces, la realidad la golpeó.
Sofía abrió los ojos de golpe, sus manos aún temblaban sobre el pecho de Marcus. Su respiración era errática, su cuerpo vibraba… pero su alma gritaba.
Se apartó enseguida. Sus ojos inundados de lágrimas no derramadas.
Al notarlo, Marcus se sintió un idiota.
— Sofía, perdóname, yo…