Por un momento, sus palabras permanecen suspendidas en el aire, golpeándome con la fuerza que siempre soñé escuchar que me preguntara, pero nunca pensé que llegaría de esta manera, con esa seriedad tan típica de Clío. Nunca palabras vacías, nunca promesas ligeras.  

—Desde siempre, Clío —respondo, consciente de que este momento nos pertenece solo a nosotros—. Aunque no lo supiera en aquel momento, aunque ni siquiera recordara tu rostro hasta que te volví a ver.  

Ella me observa en silencio, buscando la sinceridad en mí. Siento que el mundo deja de girar, que todo lo demás desaparece mientras espero su reacción. Entre nosotros hay tantas barreras que parecen imposibles de romper, pero mi corazón se rehúsa a rendirse.  

—¿Te das cuenta de lo complicado que es esto? —pregunta en un susurro—. Este falso matrimo