Ella entorna los ojos, analizando cada palabra con la precisión de alguien que no deja cabos sueltos y que no le gusta que mejoren las cosas por ella.
—Sé exactamente lo que estás haciendo, Leonard —responde con frialdad, cruzándose de brazos. Su postura es defensiva, pero eso no me detiene. —¿Ah, sí? Entonces dime, ¿qué es exactamente lo que estoy haciendo? —mi tono es bajo, sin confrontar. No quiero que esto escale a una discusión, mucho menos aquí, a unos metros de donde la abuela acaba de descansar y nos puede escuchar. La veo arquear una ceja, una expresión que combina escepticismo y una pizca de fastidio, un gesto tan Clío que siempre me deja en el borde entre la frustración y la admiración. —Estás intentando ganarte a mi abuela. Actúas como si todos los errores fueran solo tuyos para ganar