CLÍO:
Elliot soltó una breve risa nerviosa, casi inaudible, y bajó su mirada antes de pasar una mano por su cabello, un gesto que me pareció muy parecido al mío.
—Pues, verás, hija —dijo, sin mirarme, más nervioso y avergonzado—. Estaba realmente desesperado por hablar contigo, así que le ofrecí ser inversionista en su empresa. Su declaración me dejó desconcertada. Por un momento, no supe qué responder. El tono pausado y casi tímido de Elliot era completamente opuesto a la imagen que había construido de él en mi mente: alguien calculador, directo, incluso frío. Ahora, frente a mí, parecía más humano. Vulnerable, incluso. —¿Inversionista? —repetí, para asegurarme de haber escuchado correctamente. —Pero Leonard no está buscando inversionistas.