Miré fijamente a mi hermano David, tratando de encontrar fuerzas en nuestra conexión que había sido inquebrantable a través de los años y las dificultades desde el accidente en que perecieron nuestros padres dejándonos solos. Mi suegro al ver ue ambos estábamos decididos a bajar a los túneles para comprobar si era o no nuestra madre nos puso una mano en los hombros.
—Vale, chicos, los entendemos —dijo mirando a Enrico y Susan. —Pero antes de bajar, primero vamos a comprobar si es en verdad su mamá. ¿Hay alguna forma de comunicarnos con ella?—No, no podemos —responde David desesperado regresando su atención a las computadoras.— Sí, hay uno, David, sí que lo hay —,digo y me siento ante la consola. Aunque le he dejado todo esto a mi hermano, yo no soy menos inteligente que él en estos asuntos. También