Respiro profundamente y la observo en silencio por un momento. Clío tiene este talento innato para hacer que cualquier respuesta mía suene insuficiente, como si estuviera desarmando cada palabra antes de que salga de mis labios.
—Es la verdad —digo al fin, retomando mi tono firme, mirándola con toda la seriedad que puedo reunir. Aunque no puedo decir el verdadero motivo por el que no pasó nada con ellas, tengo que dar una excusa creíble—. Salí con ellas solo para llamar la atención sobre mi nombre y mi empresa; una estrategia comercial. No le pido que me crea, pero es la realidad. Es un trabajo remunerado; todas pertenecen a nuestra agencia.Se cruza de brazos y ladea la cabeza, ahora con curiosidad y un desafío que me hace sentir como si estuviera en un interrogatorio de alto nivel. Ella me observa, evaluando cada una de mis palabras como si fuera a llevarlas a juicio. Finalmente, suspira y se recli