Clío me miró con intensidad, tratando de interpretar lo que no decía, mientras Martín esbozaba una sonrisa casi imperceptible desde su posición. Finalmente, vi el destello en los ojos de Clío: aquel que revelaba que esto no iba a ser tan fácil como pensaba.
—Bueno, Leo, no le hagas mucho caso a papá —dice de pronto Clío, me toma por la mano y me lleva con ella hacia donde están trabajando los demás—. Papá se cree que está tratando siempre con caballos, no te dejes asustar. No digo nada. Veo que ella me mira preocupada y sonrío, tratando de verme normal, mientras le digo que todo está bien. Seguimos trabajando toda la mañana. El padre de Clío se mete por todas partes, revisando la seguridad del local. —Clío, creí que tu padre era un vaquero, que no conocía nada de tecnología &mdas