Miro con impaciencia a mis padres junto a la abuela de Henry, que mantienen una conversación mientras todos cenan. Era como si mi prometido y yo no existiéramos.  

—A lo que he venido hoy es a hacerles una proposición —hablaba la abuela de Henry, que lo miró asombrado y trató de enterarse por señas de qué iba a decir. Pero la abuela, que parece haber rejuvenecido veinte años tras enterarse de que Henry y yo vamos a casarnos, y no solo eso, estoy embarazada, parece que eso la hizo olvidar todos sus males; para nuestra sorpresa, no le hizo caso.  

—¿De qué hablas, abuela? —preguntó en un susurro, inclinándose hacia ella.  

La abuela bebió un sorbo de su agua antes de responder, como si estuviera calculando el momento perfecto para soltar su revelación. Una ligera sonrisa jugueteaba en sus labios, iluminando su rostro de una forma que r