166. CONTINUACIÓN: BUSCÁNDOTE
Leonard me observa unos segundos antes de responder, como si estuviera escogiendo con cuidado lo que va a decir.
—Los encontré hace días, un par de semanas, tal vez —admite—. Después de toda esta locura con las entrevistas, solo quería distraerme. Y nunca imaginé encontrar este recuerdo que no sabía que tenía. Mira, siempre haces lo mismo; deja que te ponga otro. Llegas, miras hacia todas partes, te quitas la camisa y el abrigo, lo colocas en la yerba y te acuestas, para luego destapar tu barriga. Si te das cuenta, no se puede distinguir el rostro.
Percibo la sinceridad en sus palabras. Sus ojos están fijos en mí, como si buscara asegurarme que no hay intención oculta. Pero en mi pecho hay algo tenso, un peso que me recuerda todas las veces que nos hemos ocultado cosas.
—Esto es increíble, Leonard —le digo con una sonrisa que me cuesta mantener completamente—. Pero, ¿por qué me conociste ahora?
Él toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. Su contacto es firme, una