150. LA BUENA NOTICIA
Henry se queda en silencio, como si mis palabras lo hubieran golpeado directamente en el corazón. Sus brazos me rodean con más fuerza, como si no quisieran soltarme nunca, y siento cómo su respiración profunda trata de disimular lo que sé: está llorando otra vez al recordar esa noche.
—Pensé… —su voz es apenas un susurro, temblorosa—. Pensé que te había perdido, Lúa. Me odié por no lograr encontrarte entre todo ese… ese caos. Brayan y Edna me aseguraron que estabas allí, por eso no fui a tu casa.
Lo escucho en silencio, acariciando la parte superior de sus brazos mientras lo dejo desahogarse. Nunca lo había oído hablar tan abiertamente de esa noche, nunca había visto cuánto lo había marcado. Hasta ahora.
—¿Por qué nunca me dijiste todo esto, Henry? —murmuro, dándome la vuelta para mirarlo a la cara. Su expresión me parte el alma: mezcla de alivio, remordimiento y ese amor inquebrantable que siempre me ha tenido. —Pues, como ves, amor, me salvaste aunque no lo supieras. Esa llama