Me muevo furiosa de un lugar a otro, tirando con rabia mi ropa dentro de una maleta que tengo abierta en la cama. ¿Cómo se atrevió esa mujer a venir a mi casa? ¿Quién se cree ella para venir a mi propio hogar a insultarme? Si Leonard no la saca a rastras, le hubiese cogido de los pelos y molido a golpes. Tan desvergonzada, después de lo que me hizo. Si no llega a ser porque uno de ellos era amigo de David y Leonard, sabrá Dios qué hubiera pasado con ella. ¡Esa desgraciada se las pagará! No sé cómo, pero ella pagará muy caro lo que me hizo.
—¡Amor, te juro que yo no le pedí que viniera, te lo juro, amor! —dice una vez más David, caminando detrás de mí. —¡¿No podías confiar en tu hermano?! ¡¿En mí, David?! —le grito furiosa. —¡Querida, deja de recoger tus cosa