Cintia bufó en su lugar, mirando a Lyssa con rabia. Lista para enfrentarla y denunciarla a la policía.
—¡Chicas, chicas! —intervino Edna, como siempre que ellas se enfrentaban—. Discutiendo entre nosotras no vamos a salir de este lío. Mejor buscamos un chivo expiatorio, como Brayan, que ahora está empeñado en divorciarse de mí. Lyssa, con una sonrisa sarcástica, se detuvo y miró a Cintia. Colocó ambas manos sobre la mesa y se inclinó un poco para observarlas mejor. —¿De veras quiere divorciarse de ti, Brayan? —preguntó, cambiando el tema escabroso. —Sí, dice que es estéril y que las niñas no son de él —contestó Edna. Aunque sabían que Lyssa podía ser despiadada en sus planes, también eran conscientes de que cuando ella decidía algo,