Kael
El amanecer se filtraba por las ventanas del castillo mientras yo recorría los pasillos con paso firme. Tres semanas habían transcurrido desde el ataque en los jardines, y cada día que pasaba sentía cómo el peligro se cernía sobre nosotros como una tormenta a punto de desatarse. Los muros que antes me parecían impenetrables ahora se habían convertido en una jaula de cristal donde cualquiera podía observarnos.
Auren se había convertido en mi sombra, o quizás yo en la suya. Ya no sabía dónde terminaba mi deber y dónde comenzaba mi deseo de protegerla. La línea se había desdibujado hace tiempo.
Me detuve frente a la biblioteca real. Sabía que la encontraría allí, como cada mañana desde hacía días. Su obsesión por descubrir la verdad sobre la conspiración la mantenía entre pergaminos y libros antiguos, buscando conexiones, nombres, cualquier indicio que pudiera darnos ventaja.
—Comandante Kael —me saludó el guardia apostado en la puerta con un gesto rígido.
—¿Cuánto tiempo lleva dent