Kael
El amanecer me sorprendió en las almenas, con la mirada perdida en el horizonte. Tres semanas atrás, mi mundo era simple: proteger al príncipe Darius, cumplir órdenes, mantener la lealtad a Nordvik. Ahora, cada certeza se desmoronaba como arena entre mis dedos.
Auren. Su nombre se había convertido en un latido constante bajo mi piel.
Observé a los guardias hacer el cambio de turno mientras el sol teñía de naranja las torres del castillo. Debajo, en el patio de entrenamiento, algunos soldados ya practicaban, el sonido metálico de las espadas ascendiendo hasta donde me encontraba. Todo seguía su curso normal, excepto yo.
—Comandante Kael —la voz de Thorne, mi segundo al mando, me devolvió a la realidad—. El mensajero de Nordvik ha llegado.
Asentí, sintiendo el peso del sello real en el mensaje que me entregó. Lo rompí con el pulgar, reconociendo la caligrafía precisa del príncipe Darius.
_"Confirma si la bastarda tiene acceso a los documentos reales. Necesitamos saber qué conoce so