Ecos del pasado

Auren

El amanecer se filtraba por las cortinas de mi habitación cuando desperté sobresaltada. En mis sueños, volvía a ser aquella niña de siete años que corría por los pasillos ocultos de la villa de Lord Deveraux, mi tutor y protector designado por el Rey—mi padre—para mantenerme en las sombras.

Me incorporé en la cama, sintiendo el sudor frío pegado a mi camisón. Estos recuerdos habían regresado con más frecuencia desde mi llegada al castillo. Quizás porque ahora, al estar tan cerca del trono que nunca debía reclamar, mi pasado parecía perseguirme con mayor insistencia.

—Nunca serás vista, Auren —me había dicho Lady Deveraux mientras cepillaba mi cabello—. Esa es tu mayor protección y tu mayor don.

Aprendí a moverme sin hacer ruido, a escuchar conversaciones desde rincones olvidados, a memorizar secretos que nadie sabía que conocía. Me convertí en un fantasma dentro de mi propio hogar, observando la vida sin participar en ella.

Hasta que un día, cuando cumplí dieciocho años, un mensajero real llegó con un pergamino sellado con el emblema del Rey. Lord Deveraux lo leyó en silencio, su rostro envejeciendo diez años en apenas unos minutos.

—Te casarás con Lord Harrington de Eastmark —anunció con voz quebrada—. El Rey ha decidido que es hora de que sirvas al reino.

Ahora, mientras me vestía en mi nueva habitación del castillo, aquellas palabras resonaban como una sentencia. De la invisibilidad a convertirme en moneda de cambio. De las sombras a un matrimonio político que sellaría una alianza contra Northland, el reino enemigo.

El reino de Kael.

---

La biblioteca real era un laberinto de conocimiento. Estanterías que se elevaban hasta techos abovedados, escaleras de caracol que conducían a balcones repletos de tomos antiguos, y el aroma inconfundible de pergamino y tinta. Me sentía como una intrusa, pero también extrañamente en casa.

—Lady Auren —me saludó el bibliotecario real, un anciano de ojos brillantes llamado Thorne—. Es un placer verla interesada en nuestros archivos.

—Busco información sobre la historia de las alianzas del reino —respondí con una sonrisa estudiada—. Como futura esposa de Lord Harrington, debo conocer los precedentes diplomáticos.

Thorne asintió, complacido por mi aparente dedicación a mis deberes.

—Los registros históricos están en la sección este. Los tratados más antiguos se guardan en el archivo subterráneo, pero necesitaría autorización especial para acceder.

—Por ahora, me conformaré con lo que está disponible —dije, ocultando mi decepción.

Pasé horas entre documentos polvorientos, buscando cualquier indicio sobre matrimonios anteriores entre reinos enemistados, cualquier pista sobre alianzas forzadas como la mía. Pero lo que encontré fue mucho más inquietante.

Un pequeño libro de t***s desgastadas, casi oculto entre volúmenes más imponentes, llamó mi atención. "Linajes Reales y Sucesiones Disputadas". Lo abrí con cuidado y comencé a leer sobre las ramificaciones de la familia real, incluyendo menciones a hijos ilegítimos que habían sido utilizados como peones políticos.

Mi corazón se aceleró cuando encontré un párrafo que parecía hablar directamente de mi situación:

"*En tiempos de guerra inminente, los vástagos no reconocidos han servido como instrumentos de alianza, especialmente las hijas. Su valor radica precisamente en su condición liminal: lo suficientemente reales para sellar pactos, pero lo bastante prescindibles para ser sacrificadas si la alianza fracasa.*"

Sentí náuseas. ¿Era eso lo que yo representaba? ¿Un sacrificio potencial si la alianza con Eastmark no funcionaba?

Tan absorta estaba en mi lectura que no noté la presencia que se cernía sobre mí hasta que una sombra cubrió las páginas.

—Lectura interesante para una dama de su posición.

La voz de Kael me sobresaltó. Cerré el libro de golpe y me giré para enfrentarlo.

—Comandante —dije, recuperando la compostura—. No sabía que la biblioteca real estaba bajo su vigilancia.

Sus ojos verdes me estudiaron con intensidad. Vestía de negro, como siempre, pero sin la armadura formal. Parecía casi un noble más, excepto por la espada que nunca abandonaba su costado.

—No lo está —respondió—. Pero usted sí.

Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Cuánto tiempo llevaba observándome?

—¿Ahora debo pedir permiso para leer? —pregunté, incorporándome para disminuir nuestra diferencia de altura.

—Depende de lo que lea —dijo, tomando el libro de mis manos con un movimiento fluido—. "Linajes Reales y Sucesiones Disputadas". Curioso que una futura esposa de un noble extranjero se interese tanto por las líneas sucesorias de este reino.

—La historia me fascina —respondí, extendiendo la mano para recuperar el libro—. Y como futura aliada de la corona, debo entender sus complejidades.

Kael hojeó el libro, deteniéndose exactamente en la página que yo había estado leyendo. Su expresión se endureció.

—Hay conocimientos peligrosos, Lady Auren —dijo en voz baja—. Secretos que han costado vidas.

—¿Me está amenazando, Comandante?

—Le estoy advirtiendo —respondió, cerrando el libro—. Hay ojos que observan cada uno de sus movimientos. No todos son tan... indulgentes como yo.

Cuando me devolvió el libro, nuestros dedos se rozaron. Una corriente eléctrica recorrió mi piel, tan intensa que casi dejé caer el tomo. Por un instante, vi algo en sus ojos: una vulnerabilidad, un destello de algo que no era hostilidad ni sospecha.

—¿Por qué me advierte? —pregunté, manteniendo el contacto visual—. Usted sirve al príncipe de Northland. Mi curiosidad debería beneficiarle.

—Quizás no quiero ver cómo una pieza valiosa es sacrificada prematuramente en este juego —respondió, su voz apenas un susurro.

—¿Pieza valiosa? —repetí, confundida por su elección de palabras—. Creía que solo era una novia política sin importancia.

Kael se acercó un paso más. Estábamos tan cerca que podía percibir el aroma a cuero y bosque que emanaba de él.

—Ambos sabemos que eres mucho más que eso, Auren.

Era la primera vez que usaba mi nombre sin títulos. Sonaba diferente en sus labios, como si conociera secretos sobre mí que ni yo misma recordaba.

—No sé de qué habla —respondí, aunque mi voz traicionaba mi nerviosismo.

—Lo sabes —insistió—. Y es precisamente ese conocimiento lo que te pone en peligro.

Se alejó abruptamente, como si hubiera dicho demasiado.

—Deberías regresar a tus aposentos antes del anochecer —dijo, recuperando su tono formal—. Las bibliotecas pueden ser lugares... solitarios.

Lo observé marcharse, su figura recortándose contra la luz dorada del atardecer que se filtraba por los ventanales. Sus palabras resonaban en mi mente como un enigma que no podía descifrar.

---

Cuando regresé a mi habitación, la inquietud no me abandonaba. Las palabras de Kael, mezcladas con lo que había leído, formaban un rompecabezas incompleto. ¿Qué sabía él sobre mí que yo desconocía?

Mientras me preparaba para la cena, noté algo inusual sobre mi escritorio. Un pequeño trozo de pergamino doblado que no estaba allí cuando salí. Lo abrí con dedos temblorosos.

El mensaje estaba escrito en una caligrafía elegante pero apresurada:

"*La hija de la sombra no debe pisar la luz. El matrimonio es una trampa. Cuando la luna nueva llegue, la sangre real será derramada. Confía solo en quien te ve realmente.*"

El pergamino se deslizó de mis manos. No estaba firmado, pero el mensaje era claro: alguien en el castillo sabía quién era yo realmente. Y ese alguien creía que mi vida corría peligro.

La pregunta era: ¿se trataba de una advertencia sincera o de otra trampa en este juego de poder donde yo era apenas una pieza más?

Miré por la ventana hacia el cielo del atardecer. La luna menguante me recordó que tenía poco tiempo para descubrirlo.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App