Capítulo 126.
POV Valeria
El tiempo comenzó a medirse en semanas, en controles médicos y en las pataditas dentro de mí que parecían anunciar que los tres querían comerse el mundo antes de nacer. Cada amanecer era un regalo, pero también un reto. El reposo absoluto se volvió mi rutina. La mansión, que alguna vez me pareció escenario de guerras y traiciones, ahora era mi refugio.
Armando había tomado tan en serio el papel de esposo devoto que apenas me dejaba respirar sin supervisión. Me acompañaba a cada cita médica, me acomodaba las almohadas en la cama, me cubría con mantas, aunque yo le asegurara que tenía calor.
—No quiero correr riesgos —me repetía cada noche, cuando revisaba que los frascos de vitaminas estuvieran en su lugar y que el monitor fetal funcionara correctamente.
A veces lo miraba y no podía creer que aquel hombre endurecido por la guerra, capaz de cortar cabezas y enfrentar ejércitos, pudiera convertirse en este guardián amoroso que me sostenía la mano mientras me costaba levantarm