Capítulo 24. Huellas tras la sombra.
Alina se miró en el espejo. El agua seguía resbalando desde su barbilla, empapando la camiseta fina que llevaba puesta. Sus ojos estaban hinchados, no por haber llorado, sino por la tensión. Respiraba con dificultad, como si sus pulmones se negaran a funcionar con normalidad.
El chirrido de la puerta del baño la hizo girarse. Zack estaba allí, con el teléfono aún en la mano.
—Alina, ese hombre quiere verme mañana por la noche —dijo con rapidez—. Pero debemos tener cuidado. Dice que… hay oídos vigilando cada uno de nuestros movimientos.
Alina apretó con más fuerza el borde del lavabo.
—Zack… si todo esto es cierto, significa que cualquiera podría formar parte de este juego. Incluso alguien a quien consideremos amigo.
—Por eso te digo que no confíes en nadie demasiado pronto —su voz era fría, firme, la de alguien que ha sido traicionado demasiadas veces.
Alina bajó la cabeza y se secó la mejilla con la toalla.
—Yo… empiezo a cansarme, Zack. Todo esto es demasiado.
Zack se acercó, tomó e