Capitulo 11.

Alina tragó saliva lentamente, con el corazón latiendo de forma descontrolada. La mirada del señor Aaron era punzante, como si buscara una grieta para hurgar en su mente.

Sin embargo, su teléfono seguía vibrando. Sin pensarlo dos veces, Alina rechazó la llamada de inmediato, intentando controlar la respiración para que no se notara su nerviosismo.

—Te noto nerviosa —dijo el señor Aaron con voz plana, sin apartar los ojos de ella.

—No es nada —respondió Alina forzando una sonrisa—. Es… personal de la oficina. Olvidé avisarles que los próximos dos días no iré a trabajar.

El señor Aaron continuó mirándola, como evaluando si decía la verdad. Luego, despacio, dio unos pasos hacia ella, rodeó su cintura y la abrazó con fuerza. Su mano se deslizó hasta el cabello de Alina, tirando de él ligeramente, hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros.

—No me gusta que me mientan —su voz era baja pero firme—. No vuelvas a intentar jugar a mis espaldas.

El corazón de Alina latía aún más rápid
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