Sofía sale de la piscina muy enojada por el atrevimiento de Francesca. Literalmente, Mangano ha tratado de llevar la fiesta en paz con esa mujer, pero está cada vez le busca más su temperamento. —Sofía... —Chiara la mira y luego mira a su madre.
—Tenía calor... No pasa nada. Vamos, mis niños, haremos burbujas en la tina —toma de la mano a los niños y se los lleva.
—Siento el sabor de la victoria —Russo mira a Cédric—. Necesito que hagas algo por mí.
—Si está a mi alcance, con mucho gusto, señorita Russo.
—Cédric, estás extraño. Antes eras más atento conmigo. Cuidado, porque yo volveré a ser la señora de la casa, la reina.
—Muchas cosas han cambiado, señorita Russo. ¿Qué necesita? —Francesca, al oír su respuesta, arquea una ceja.
—Organiza una cena romántica en la habitación de Leonardo.
—¿Y el señor está de acuerdo?
—No necesito su autorización, Cédric. Al igual que los demás, te veo muy apegado a la niñera. Que no se te olvide que primero fue sábado que domingo —dicho esto, se marcha