Sofía está pensativa, observando cómo los niños juegan con las pelotas inflables y Francesca intenta relacionarse con ellos, pero la voz de Cédric la saca de sus pensamientos. —¿Estás bien?
—Ay, señor Cédric —suspira—. Estoy en grandes problemas.
—Tu amiga estará bien, nuestro jefe es muy inteligente —dice, y Sofía baja su mirada.
—Eso espero, señor Cédric...
—Deja de mirar a la señorita Francesca, no le restes importancia.
—Señor Cédric, ¿le puedo contar un secreto? Necesito un consejo.
—La escucho —toma asiento a su lado.
—Cuando un hombre te mira con deseo, te besa repentinamente y se quiere acostar contigo, pero tiene hijos y su ex regresó... ¿Qué siente ese hombre por ella? Bueno... es para una amiga, la pobre está confundida y quiero ayudarla.
—Claro... tu amiga —sonríe—. Al parecer ese hombre tiene sentimientos por ella. Lo que debe hacer tu amiga es hablar seriamente con él y decirle si quiere el pan o el queso, porque nadie merece ser plato de segunda mesa. ¿Me entiendes?
—Sí