Leonardo la mira fijamente a los ojos, la está analizando, y al percibir lo que causa en ella sonríe malicioso, dejándola estupefacta. Sofía pasa saliva y su corazón acelerado la delata; no entiende cómo no puede dejar de mirar, luego de lo cruel y despreciable que es Leonardo.
—Conmigo no te va a funcionar tu jueguito de seducción —dice, dándose la vuelta para marcharse. La hipnotización de Sofía culmina; reacciona y niega con la cabeza por haber sido tan tonta. Pero ¿cómo resistirse a un hombre como él? Si aún enojado se ve guapo, y esos tatuajes, los de su cuello, brazos y pecho... Ese hombre es arte, tallado por los mismos dioses, sin un defecto físico. Simplemente es guapo, y su presencia cautiva a toda mujer.
—¡Señor Di Napoli! —lo menciona, acercándose a él, y este se detiene para mirarla—. Dém
e mi móvil, por favor.
—No lo haré. Te lo daré cuando sean las 7 de la noche. Ahora, a trabajar. Solo pierdes tiempo.
—¡Eres insoportable!
—Y me da igual. Si no me importa lo