Celina asintió despacio, secándose disimuladamente una lágrima que insistía en caer.
— Claro que sí.
Él se inclinó un poco más hacia adelante, apoyando los antebrazos sobre la mesa.
— Tienes que hablar con él, Celina. Resolver las cosas. En una relación, incluso en las más complicadas, tiene que haber diálogo. No puedes huir de eso.
Ella apartó la mirada, pero siguió escuchando.
— Se equivocó al empezar algo contigo sin antes terminar con su prometida. Se equivocó al llevarte a su apartamento con su vida todavía hecha un caos… Pero, por lo que me contaste, él no sabía nada de esa sorpresa. Así que… sí, tuvo culpa, pero también lo tomaron desprevenido. Igual que a ti.
Celina respiró hondo, con los ojos otra vez llenos de lágrimas.
— Pero si amas a ese hombre, si te ves con un futuro a su lado, entonces ve por él. No te rindas tan fácil.
Gabriel hizo una breve pausa, y su voz se suavizó aún más.
— Y no tardes en decirle que estás embarazada. O mejor dicho, embarazada de dos. Tiene derec