Celina miraba la prueba de embarazo sobre el lavabo del baño de la empresa, incapaz de desviar la mirada de aquellas dos líneas rosadas. Positivo.
Su corazón latía descompasado, y su mente era un caos.
—¿Qué voy a hacer ahora? —murmuró, pasándose las manos temblorosas por el cabello.
Comenzó a caminar de un lado a otro, sintiendo la desesperación crecer en su pecho.
—Puedo ser despedida... Ni siquiera sé quién es el padre...
Su respiración estaba acelerada. Su cabeza daba vueltas. No tenía idea de cuántas semanas tenía, y esa incertidumbre la aterrorizaba.
Si fuera de César, sería un golpe del destino. Un último lazo que la ligaría para siempre a él, cuando todo lo que quería era olvidarlo.
Si fuera de Thor...
Celina apretó los ojos, negándose a terminar el pensamiento.
Las lágrimas corrieron por su rostro. No estaba lista para aquello.
El sonido del teléfono sonando en la sala de al lado la hizo contener la respiración. Lo ignoró, incapaz de moverse. El teléfono sonó nuevame