Me encantaba que Marie fuera atrevida, o sea me encantaba que se sintiera segura en mi presencia. Era reconfortante saber que estabas con una mujer madura, una que no tenías que pedirle que se pusiera o se quitara la ropa, una que no sentía vergüenza de mostrar su cuerpo, una que tomaba las cosas con naturalidad.
Juro que era la primera vez en la vida que no me sentía obligado a hacer cortes, a mentirle o inventar alguna excusa para irme. Sabía bien que ella estaría conforme con cualquier cosa que hiciera y eso le quitó peso a la situación, así que desayunamos relajados, conversamos, nos reímos, en fin, la pasamos muy bien. Aunque no pude aguantar la tentación y terminamos nuevamente en el dormitorio teniendo sexo. Después la ronda matutina ella sugirió que nos diéramos una ducha y lo hicimos juntos, allí sucumbimos nuevamente al deseo y después me dijo que podíamos pasar el resto de la tarde viendo series o podríamos ir al cine, ya que hacía rato no lo hacía.
Lo bueno es que ella no