—Provocar a Marie se había vuelto mi tarea favorita, es que era tan fácil para mí percibir los cambios de su cuerpo, mi sola presencia la hacía vibrar y mi tacto la descontrolaba. Hasta el punto que si yo deseara me aprovecharía de ella, pero no era así cómo quería que sucedieran las cosas, aunque eso no dejaba de ser divertido. Podía decir que mi ego subía cada vez que notaba sus reacciones, es que cosas es tan simple como pasar mi lengua por mis labios, la hacían apretar las piernas y morder su mejilla, ¡ay Marie, no tienes ni idea del poder que acabas de darme, jugaré con tu cordura hasta que me pidas que te haga mía!

La pizza estaba buena, así que comí sin ningún tipo de prisa, todo esto sin dejar de observar fijamente, quería guardar cada detalle, cada reacción que hacía su cuerpo ante mi presencia para luego usarlos a mi favor. Cuando terminé decidí darle un poco de tiempo para que respirara, así que tomé los platos y los lleve a la cocina, los lavé y luego volví a la sala donde