Cuando el timbre sonó, mi corazón comenzó a latir con fuerza. Me abaniqué el rostro para calmar los nervios, respiré profundo y abrí la puerta… Allí estaba Luigi, increíblemente apuesto. Este hombre tenía todo lo necesario para enloquecer al género femenino.
—¡Buenas noches! Pasa, bienvenido a mi hogar.
—Buenas noches, hermosa. Gracias por la invitación. —Sonrió mientras me mostraba dos botellas de vino—. Traje esto para acompañar la cena.
Se inclinó para darme un beso en la mejilla… o más bien, demasiado cerca de mis labios. El aroma de su piel me envolvió y me dejó temblando.
Con las piernas flojas, me apresuré hacia la cocina para que no notara el sonrojo de mis mejillas.
—Colocaré las pizzas en el horno, mientras tanto elige la música que quieras. Cualquier género estará bien para mí.
—No negaré que estaba algo tenso —pensó Luigi—. No quería tomarme libertades en una casa que no era la mía. Pero cuando me invitó a poner música, me relajé. Coloqué algo de reguetón para aligerar el