Lissandro acaba de tomar a Anna una vez más, ella se acurrucó cansada en su pecho, aun así dejaba sueves besos en su piel, sus dedos recorrían suavemente su torso, bajando por su abdomen y deteniéndose justo al borde de su hombría, Lissandro lo notó y sonrió antes tu timidez que le causaba ternura.
Su enorme mano cubrió la delicada mano de Anna cuando iba subiendo nuevamente.
— Eres mía Anna, pero yo también soy tuyo, puedes tocarme, como quieras y donde quieras, no tengas miedo.
— Anna levantó la mirada con sus mejillas sonrojadas.
— Leandro….
— Mírame a los ojos y dime que me amas. Que amas esta nueva versión mía.
— Te amo, me encanta este nuevo tú.
—¿Más que el anterior?
—Mucho más, me haces sentir especial, me haces sentir como jamás me había sentido, tan solo con tocarme mi cuerpo reacciona, Leandro, no sé que pasó pero te amo más que nunca.
Lissandro besó sus labios y empezó a bajar su mano, guiando la mano de Anna hacia abajo, ella abrió los ojos y se sonrojó.
— Se que quieres