Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa noche había caído sobre la ciudad.
Las luces del hospital parpadeaban a lo lejos como luciérnagas en la penumbra, y el pasillo de la unidad neurológica estaba casi vacío.
El silencio solo se rompía por el sonido intermitente del monitor cardíaco y el leve murmullo de los pasos cansados de Isabella, que caminaba con su bata blanca hasta la habitación de Carmen.
Dentro, la luz era tenue.
Joel dormitaba en la silla, con la cabeza apoyada en su mano, sin separarse ni un segundo del lado de su esposa.
Carmen respiraba con calma; el color había vuelto a su







