Lissandro dormía profundamente, con Anna desnuda entre sus brazos. El calor de su cuerpo y la tranquilidad de su respiración eran un refugio después de días ajetreados en su organización. De pronto, una vibración en la mesita de noche lo sacó de su sueño.
Abrió los ojos lentamente, cuidando de no despertarla, y tomó el celular. Era un mensaje de Joaquín:
“Jefe, sus padres están muertos. Mire las noticias.”
Lissandro se tensó de inmediato. Dejó un beso suave en la frente de Anna, se levantó con cuidado, se calzó su pijama y salió hacia el comedor. Encendió el televisor y el rostro de una periodista llenó la pantalla.
—Un trágico accidente deja a la empresa San Marco sin sus fundadores —informaba con tono solemne—. El matrimonio San Marco, al volver de una cena de beneficencia, tuvo un final fatal al desbarrancarse por el acantilado camino a casa. Los exámenes forenses concluyen que el señor San Marco conducía bajo los efectos del alcohol. Ahora todos los socios se preguntan ¿quién se h