El pequeño Rowan ya estaba recuperado, con la carita más animada después del susto en el hospital. Dante firmó los papeles del alta y él mismo los acompañó hasta el apartamento de Evaluna. Allí los esperaba Leonardo, que salió a recibirlos con evidente alivio.
—Menos mal, pensé que se iban a quedar toda la noche en observación —dijo él, tomando en brazos a su hermana.
Leonardo Paolo estaba en el apartamento, había pasado la tarde allí, y juntos ayudaron a acomodar al niño. Dante se despidió en la puerta, cansado pero aliviado.
—Cualquier cosa, me llamas —le dijo a Evaluna con un tono más suave de lo habitual, casi protector.
—Claro, señor —contestó ella con una pequeña sonrisa profesional.
Antes de que Dante se marchara, Evaluna comentó con naturalidad:
—Pensaba irnos hoy a un resort para pasar este fin de semana para aprovechar mis vacaciones y los días libres de escuela de los niños… pero en estas condiciones será mejor esperar.
Rowan, que escuchó desde el sofá, levantó la m